Hoy llevo un año y seis meses si escuchar tu voz, sin oír tu risa, sin poder besar tu cabeza, oler tu pelo y ver tus hermosos ojos para decirte cuanto te amo. Hoy hace un año y seis meses mi corazón se partió en mil pedazos y aún no he sabido como reconstruirlo. No he logrado dejar ir el enojo que me da saber que no tengo el control. Que toda mi vida he querido controlar lo desconocido para poder sentirme más segura, más en calma, controlar el amor y a los que me aman, y hoy, un año seis meses después de que el corazón se me desgarró al tener que dejarte ir, hoy entiendo a pasos minúsculos como no tengo control sobre nada. Rabia me da saber eso. Conscientemente entender que estoy en este mundo sin control real sobre mi vida, sobre mi existencia. Sin control sobre lo que siento y sin control sobre quién soy.
Tú Alexis, mi más grande maestro llegas a esta mundo a enseñarme que el control no sirve de nada. Querer controlar nos desgasta, nos frustra y nos deja en el abismo del dolor, porque aunque tratamos, aunque nos aferramos a planear y organizar cada paso que damos, la vida viene, fluye, nos mece y nos deja existiendo ahí, aquí en la inmensidad de este hermoso planeta. ¿Y sabes Alexis? Yo creía que tenía todo bajo control. Que mientras más me enfocara y me esforzara por alcanzar la perfección mejor me iría en la vida. Y mi amor, con tu partida, me enseñas que la vida hay que vivirla y no controlarla. Que en la vida hay que mecerse en la frescura del aire y relajarse con el cantar de los pájaros.
Mi amor, me confundo con tu ausencia pero cada vez me ayudas a tener más claro lo mucho que he vivido aferrada a ti, aferrada al pasado, controlando mi dolor, enterrando mi tristeza. El perderte es un dolor tan profundo y real que la única forma de existir para mí sin ti era reprimiendo ese dolor sin consciencia y cerrando mi corazón. El dolor sigue ahí y es intenso. Pero hoy, gracias a tu guía y a tu luz, puedo sentirlo. Me duele cada rincón de mi ser cuando dejo de lado el control, la resistencia, el miedo y decido abrir mi corazón. Abro mi corazón para sentirte, para sentir nuestra conexión divina y no me queda más opción que enfrentar el dolor. Un dolor tan profundo y crudo que entumece mi corazón. ¿Pero sabes, amor mío? También al abrir mi corazón, siento mucho más. Siento la conexión sagrada y poderosa que tu y yo tenemos, siento el amor por las personas, todas ellas, siento el agradecimiento por haberte tenido tres años en mi vida y la profunda paz de ver a tu hermano crecer y ser feliz. Porque al abrir mi corazón, Marcelo también participa en el fluir de mi vida, en ese amor tan profundo que me has ayudado a despertar, por ti, por Marcelo, por tu papá y sobre todo por mí. Un amor, que con el corazón cerrado no podía tocar. Nunca hubiera conocido. Un amor que se hubiera quedado en silencio por querer acallar y controlar al miedo, al dolor. No hay palabras para expresar este sentimiento que palpita en mi corazón abierto. Es un amor tan profundo por la vida, por existir, por las personas, los animales, las naturaleza, que me desconcierta, y sobre todo me confunde en la dualidad del espacio en donde siento tanto, tan profundo, tan real, tan abierto pero tu no estás aquí para compartirlo conmigo. Es ahí amor mío en donde creo que me vuelvo a cerrar. Mi mente no comprende como puedo sentir tanto pero sin tenerte junto a mí. Y es ahí, en esa confusión, a la que he aprendido a darle espacio y quedarme quieta, en donde me encuentro nuevamente en el mundo del espíritu, de la energía y entiendo que es justo ese sentir tan profundo donde me conecto contigo.
Cierro los ojos, siento mi cuerpo, abro mi corazón y ahí estás tú. Siempre ahí. Presente, cobijando mi dolor, secando mis lágrimas con tu amor. Tu presencia en ese espacio es tan poderosa, masculina y divina que no tengo duda que estás en ese sentir tan profundo, eres parte de mi consciencia, de mi esencia, estás en el latir de mi corazón y en la sangre que corre por mis venas. Eres esa conexión divina con mi ser supremo y con el espíritu de la madre tierra. Eres todo mi amor. Eres todo y estás en todo. Y aquí, cuando logro conectar con este espacio es cuando entiendo que el control es el miedo a sentir nuestra grandeza. Es el miedo comunal a lo desconocido, al dolor, a la pérdida, pero es aquí donde entiendo que la pérdida no existe. Nada se pierde, porque en el sentir, en el amor todo es expansión, todo es conexión, todo es amor. Y tú mi Alexis, eres ese amor, esa conexión, esa expansión.
Muchos pensarán que he perdido la cabeza, pero jamás me he sentido más cuerda en mi vida. He logrado experimentar y entender cosas que la mente no podrá entender jamás, que sólo nuestra consciencia entiende. Cosas fuera de nuestra programación mundana que nos mantienen seguros y prisioneros. Gracias por esto, mi hermoso Alexis!
Abramos la mente, dejemos ir ese control tan difícil de soltar, lo digo por experiencia. Somos seres de luz. Somos seres tan infinitos y perfectos, que cuando logremos rendirnos ante la vida, viviremos en amor, libres y en paz.
El solo ser, existir sin control es una de las cosas más gratificantes y simples que podemos lograr. No tenemos que hacer nada más que dejar que la vida fluya. Y confiar. Confiar que el flujo de la vida nos lleva justo hacia dónde tenemos que ir. Y si además, en este fluir, somos capaces de abrir nuestro corazón y logramos sentir, realmente sentir, ufff! el destino será maravilloso, se los aseguro. ¿Llegará la muerte? Sí, nos visitará. Con control y sin control les aseguro que nos visitará. La muerte no es más que la continuación de la vida. La continuación de la existencia de nuestra alma, en esta u otra dimensión. Control o sin control, es el fluir natural de la vida. ¿Miedo? Claro, ya que esta ley universal se sale completamente de nuestro control.
Mi amor, Alexis, gracias por enseñarme tanto en este año y seis meses. Hoy sé que caminamos juntos en este andar sin rumbo lleno de sorpresas. Sé que caminamos juntos hacia el servicio en amor y sabiduría de las personas que sienten el llamado y están listas para realmente abrir su corazón. Sé que mi despertar no es más que el siguiente paso del crecimiento de mi alma y que tú has sido participe de este crecimiento una y otra vez. Los dos lo hemos sido, somos cómplices valientes y guerreros humildes voluntarios de Dios. Y en este sentir profundo, amor mío, estoy aprendiendo a dejarte ir. A dejarte ir en el dolor de mi corazón, para encontrarte en el amor eterno. En la energía suprema del universo porque es ahí en donde somos uno y todo existe. Esta materialización del cuerpo es el portal que tiene el alma para experimentarse y aprender a soltar, aprender a amarse y aprender a ser. A recordar quienes somos en verdad. Y todos somos uno, todos somos amor y todos somos consciencia divina materializada en el planeta para lograr la evolución del alma. Lograr la unificación del todo, de la energía universal que se llama AMOR. Alexis tu eres ese Amor.
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